Desde
que empecé a ver reproducciones de obras de arte, y eso se remonta a mi más tierna infancia, se confunde con
mis recuerdos más antiguos, sentí el deseo inmediato de copiar las que más me
atraían; de hecho, el placer de copiar nunca me ha abandonado.
(…)
Desde siempre, y seguramente por varios motivos, he experimentado la apetencia,
el deseo y el placer de copiar, tanto a partir de originales como de reproducciones, toda obra de
arte que me emocionase, me entusiasmase o interesase especialmente. Empecé a
copiar antes incluso de preguntarme por qué lo hacía, probablemente para dar
una realidad a mis predilecciones, esta pintura en vez de aquella, pero desde
hace años sé que el hecho de copiar es el mejor medio para darme cuenta de lo
que veo. Como ocurre en mi trabajo personal, sólo comprendo lo que veo del
mundo exterior, una cabeza, una taza o un paisaje, cuando lo copio.
Alberto Giacometti (Escritos)
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